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Dulzura con historia

La Pascua representa una festividad cargada de significancia y genera una asociación inevitable con el chocolate.
 
El huevo simboliza el principio de todo, a tal punto que para algunas culturas el mundo nació de un huevo. Siguiendo ritos paganos precristianos, chinos, persas, egipcios, romanos y galos ofrendaban y regalaban en cada primavera, huevos de pato o de gallina como sinónimo de fertilidad y de vida. Easter, diosa pagana que enarbola la fiesta primaveral, está representada con un huevo en su mano y un conejo a su lado y de ella deriva (aunque etimológicamente no es la traducción) la palabra Pascua en inglés (Eastern) y en alemán (Ostern).
 
La costumbre de obsequiar huevos puede provenir del hecho de que los huevos también aparecen a lo largo de la historia como una forma de pago que, coincidentemente, se efectivizaba en la época de semana santa.
 
Sobre él pesa también una prohibición que duró siglos, dictaminada por la iglesia católica, de consumirlos durante la cuaresma. De allí también puede provenir la tradición de regalarlos, ya que había que conservarlos y luego utilizarlos rápidamente, ¿qué mejor que cocinarlos, decorarlos y regalárselos a los seres queridos?. Fue el Papa Pablo V quien lo revindicó bendiciendo este símbolo universal de las celebraciones pascuales.
 
Aunque los egipcios ya pintaban los huevos de color dorado, asociándolos al sol; todo un lujo es el huevo recubierto de oro que recibió Madame de Bary de manos de Luis XV o el que salió a la venta en Londres en el 2006, con incrustaciones de ¡100 diamantes!. Y por supuesto los huevos imperiales, los huevos Fabergé, obras maestras del arte de la joyería, que le obsequiaba el zar a su esposa cada año.
 
El huevo de chocolate y todas sus variantes como conejos, gallinas, osos, etc. recién aparecen en los Estados Unidos a fines del siglo XIX y la magia, además de duplicar el precio del chocolate para estas épocas, lo extiende rápidamente por todo el mundo.
 
Realizados primero con moldes de madera y después de hojalata, zinc, estaño y acero inoxidable hasta llegar a los termoformados, los de alto impacto y los moldes con imanes; los huevos de chocolate pasan en poco tiempo de la forma exclusivamente artesanal a la industria, quien ve en ellos la posibilidad de un producto con "garantía" de venta.
 
Hoy podemos realizar huevos clásicos, pero también calados, con texturas, incrustaciones, coloreados, tornasolados o personalizados pudiéndonos diferenciar en originalidad, diseño y calidad del producto industrial. Decorados, con corazón de confites o bombones, envuelto con papeles coloridos y moños llamativos, son una opción "infaltable" a la hora de sorprender y endulzar la mesa pascual. 
 
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