El vino y el pecado original

La historia bíblica cuenta que Eva tentó a su par masculino Adán, ofreciéndole la fruta prohibida. Y siempre nos han enseñado que fue la manzana… roja, sin duda tentadora. Sin embargo, se sitúa al "Paraíso terrenal" en la zona de la antigua Persia, por lo tanto la fruta prohibida debía seguramente ser un racimo de frescas uvas. Dado que en el lugar abundaba la Vid. ¡Por qué si no, tanto Eva como Adán se cubrieron luego con hojas de parra!

Porque la historia cuenta que el vino nació en la región del actual Irán en el Asia Central. Los persas el mayor imperio oriental antiguo, se extendieron desde el Mar Mediterráneo hasta el Océano Indico. Habitaron la meseta del Irán, al este de la región de la Mesopotamia, una región semiárida, con montañas ricas en minerales, desiertos y valles fértiles, de clima seco, con grandes oscilaciones de temperatura. O sea perfecta para la vid. Es que las uvas y su producto, el vino, eran conocidos desde hace mas de 7000 años en Asia Central, Turquía, El Cáucaso y el Mar Negro. Desde allí las guerras y las colonizaciones, la inmigración y las caravanas comerciales esparcieron uvas y técnicas a todo el orbe.

Justamente uno de los libros más antiguos, La Biblia, habla de Noé, quien luego del Diluvio plantó la vid, y con el primer vino se emborrachó de ¡felicidad! También del Primer Milagro de Jesús  cuando  transformó el agua en vino, durante las Bodas de Canaá. Años más tarde y simbólicamente dio a sus discípulos una copa de vino en la Ultima Cena, ungiéndolo como representación de su sangre. La leyenda dice que este vino era un Syrah, uva que se producía en la zona.

Otros pueblos antiguos reafirmaron la popularidad de esta bebida lograda por la fermentación de la uva, creando Dioses del Vino, a los que ofrecían ofrendas: Los Egipcios a Osiris, los Griegos a Dionisios y los Romanos a Baco.
 
Estos dioses no eran perfectos, al contrario, eran muy débiles en sus pasiones –creados a semejanza de los hombres- y el vino volvió a ser motivo de fiesta y pecado. 
 
Osiris: según algunos historiadores el "más noble y humano de los Dioses", es llamado –según una inscripción jeroglífica- "el que sabe renacer de las cenizas" como la vid que parece muerta en el invierno y renace cada primavera. También se decía que era "el dueño de la viña en flor".
 
Dionisios: era el "patrón de las cervezas", al principio un ser alegre y juguetón que  luego se convierte en un Dios dramático y bello, de la muerte y de la vida. El vino es el símbolo de esa transformación.
 
Baco: los romanos hacen una parodia del dios griego y ungen a Baco al que le confieren sus propias debilidades. Es un ser decadente, borracho, tragicómico. En su honor se realizan la Bacanales donde solía bailarse, cantar, recitar poemas, con abundancia de vino.
 
El vino, enaltecido por los poemas, la música, la literatura, lei motiv de grandes pintores, es bivalente. Puede enaltecer y ser motivo de elevados pensamientos y románticas veladas, reuniones de amigos y alegría. Pero también de tremendos "pecados", violencias, perversiones y bajezas. ¿Dionisios o Baco? Dionisios disfruta, se eleva; Baco cae, se degrada. Uno elige, como aquel Adán del Paraíso.